Otro sex shop hoy.
He entrado y estaba solo.
Al rato, ha entrado un tío, maduro de unos 60-65. No estaba mal, un tío normalillo. Se le intuía un bulto normal, tirando a interesante. Desgraciadamente, me ha estado evitando toda la tarde. Sé que le hubiera hecho cambiar de opinión si le hubiera puesto la mano encima, siempre se dejan.
Luego ha entrado un tío bastante bueno. Delgado aunque tirando a fuerte (me pareció que de gimnasio), unos 45-50. Bastante guapo de cara. Tras bastante peregrinaje por el cuarto oscuro, se ha metido en una sala, y he atacado. Buen paquete, aunque al final la tenía delgada y no se le subía mucho. Buenos huevos, y muy buen culo, pecho velludo sin pasarse. Le he hecho una paja suave, con él sentado en mi regazo, mientras con la otra mano le acariciaba el pezón izquierdo. Se ha puesto muy cachondo. Le he metido el dedo en el perineo, y se ha corrido. Vaya. Jimmy el Rápido.
Nos hemos vuelto al peregrinaje tras una palmadita mutua en el culo, pero el tío de 60-65 nos evitaba, aunque no era 100% hetero: iba a ver pelis gays que echaban en las cámaras. Al final, se ha metido en una cabina, con el de 45-50, y ni me he dado cuenta, porque estaba al quite de otro, de 55-60, con un paquete aparentemente muy apetecible, pero al final decepcionante, la tenía mucho más pequeña de lo que parecía, y sólo quería por el glory hole (incómodo), y además hemos sido interrumpidos por dos tíos con bastante pluma que también querían carne, pero a mí no me van. Para colmo, el de 55-60 se ha tenido que ir porque la mujer le ha mandado un whatsapp. Luego los dos con pluma se han pegado el lote entre ellos, y se lo han debido de pasar muy bien, porque hacían bastante ruido y se oían muchas palmadas en el culo, mucho ruido de chupar y gemidos, muchos gemidos. En esas, han salido de la cabina donde se habían escondido el de 45-50 y el de 60-65. Más tarde he visto una mancha de leche en el suelo de esa cabina (2+2=4). Sólo puedo intuir lo que ha pasado. Oír, no he oído nada por ahí, los mariquitas metían demasiado ruido, y los dos maduros heteros, ninguno.
A todo esto, hacía un rato que había entrado un hombre de unos 70-75, delgado y atractivo, y se ha puesto a magrearse pasando completamente de todos los demás tíos. El de 60-65 se ha sentado a su lado (se le notaba que al de 60-65 le gustaba el de 70-75 porque ha sido el único momento de toda la tarde en que se la ha sacado y miraba más el paquete del vecino que la peli porno), y se ha puesto a magrearse y pajearse a su lado (se intuía bonita, pero por la bragueta sólo se le veía el capullo y poco más), pero el de 70-75 ni caso.
Al final, el de 60-65 se ha ido de la sex shop, y me he sentado yo al lado del de 70-75. Y me la he sacado y me he comenzado a pajear. Servidor no anda flojo de rabo, así que se ha emocionado y se ha puesto a chuparse el pulgar y magrearse fuerte por dentro de la bragueta. Al final se ha levantado y se ha ido a una cabina con cama. He entrado, y se ha quitado los pantalones. Le he rozado las nalgas con mi rabo, y le he advertido de que tenía condones, pero no ha querido porque "mi culito es muy estrechito y eso no cabe", aunque sí se ha dejado meter dos dedos, y luego le he metido un dedo y con la otra mano le masturbaba justo entre los huevos y el perineo. Se ha puesto como una perra, y he empezado a alternar su ojete con caricias en sus pezones y en todo su cuerpo.
Al final, me he desnudado por completo, y me he echado en la cama, y me la ha comenzado a comer. Seguramente habrá sido una de las mamadas de polla más suaves y agradables que me han hecho, y me ha puesto muy caliente. Me besaba las ingles, los muslos, los huevos, la polla, todo ello alternándolo con suaves lametones y chupadas. Y cuando tragaba, tragaba lento, suave, bien hondo, y sin que pareciera que tuviera diente alguno: esto es mamar, señores. Me ha besado, lamido y chupado las nalgas, y me ha comido el culo muy suavecito y despacito, hasta que al final me ha metido dos dedos muy suavemente.
Luego vuelta a empezar. Nos habremos estado hora y media así, y yo tengo aguante, mucho aguante, así que no me he corrido porque no quería: el tío me estaba dando mucho gusto, y no es cuestión de cortar el rollo cuando algo gusta.
Al final se ha levantado y me ha dicho que se tenía que ir, pero no le he dejado: le he abrazado, y le he puesto la boca justo en mi pezón izquierdo, y cómo no, se ha comportado. Sabe mamar tetas el cabrón. Los abueletes, a poco que se emocionen, son mejores en la cama que cualquier crío. Un cuarto de hora chupándome el pezón más tarde, se ha levantado y se ha tenido que ir. El mundo empeora.
Me he quedado con ganas de ver cómo habría reaccionado si le hubiera obligado a que mi polla entrara en su culito estrechito. Pero mejor dejo eso para la imaginación. Hacía tiempo que no me daban tanto gusto de manera tan suave. Creo que ha tenido suerte: no habría sido yo tan suave con él, le habría dejado el pompis como un donut y se hubiera atragantado con la leche. Pero a los señores mayores hay que tenerles un respeto.
Y bueno, a veces quedarse con las ganas motiva. Es como una especie de suplicio muy suave y agridulce.
Abuelos
Re: Abuelos
Última edición por yayolover el Dom, 04 Feb 2018, 03:14, editado 2 veces en total.
Memorias de abuelos (parte 1).
Le conocí en una sala X, cuando había de eso. Por entonces él tenía 58. Yo 21 ó 22.
Bajito (unos 1,65/1,70), velludo, musculoso de esos de trabajo físico, no de hacer gimnasia o deporte.
Sevillano residente en Cataluña desde los años 1960. Cejas pobladas, ojos marrón oscuro, un cierto aire entre Joan Manuel Serrat y Alfredo Landa, vello abundante en pecho, espalda, sobacos, hombros, abdomen, antebrazos, piernas (que además eran fuertes y de gemelos musculosos y muslos fuertes y aún duros pero ya con algún pellejo medio caído)... Pubis no muy velludo. Polla gorda y por entonces, dura como la piedra, con capullo picudo, y huevos tirando a gordos y velludos. Algo de barriguita. Ombligo salido (tal vez su único defecto, sin ser un tipo guapo, guapo, pero sí un macho de esos que ya no veo por la calle). Pezones grandes, salidos y picudos. Le encantaba que se los mordiera fuerte (sí, con los dientes), y se le hinchaban y se ponían enormes y durísimos, casi diría que se le inflamaban, me daba miedo cortarle, pero él insistía en que siguiera y siguiera. Nunca he visto otros pezones igual. Me los llevaría al más allá. Y cuando se los mordía no gritaba de dolor, sino de placer. Culo duro, muy duro, y picudo también, raja del culo con pepita, parecía un chochito, no era de esos culos que son un simple agujero y ya está. Me encantaba comérmelo y jugar con la pepita de su culo con la lengua. Me bebí su leche, la tira de veces. Y además de ser blanca y espesa, casi cremosa, su leche estaba deliciosa y tenía ese resabor ligeramente ácido del hombre mayor al que la próstata le funciona pero poco a poco ya empieza a no ser lo mismo. Esa leche debería venderse en los supermercados, joder. En tetrabricks con la foto de su cara por un lado, y de su cuerpo entero, su polla y su ojete en los otros tres lados.
Él bebió mi leche las mismas veces que yo la suya. Me buscaba cuando venía a la sala X. Y dios, cómo besaba, cómo cabalgaba mi rabo, y cómo me agujereaba él mi ojete, dolía pero gozaba como una perra. Puro fuego. No es mi hombre favorito, pero probablemente sí haya sido mi mejor amante. Desde luego, el hombre maduro que más me ha excitado... con una sola excepción, que no contaré en este mensaje.
Pero... un buen día, la sala X cerró.
Y nunca más supe de él.
Pasaron los años.
Y los tíos.
Hasta que... un buen día, mi macho sevillano entró a mi lugar de trabajo, y no sólo lo hizo como si tal cosa. ¡Iba con un niño! Para más inri, no caí que era él, no lo reconocí, sólo me fijé en que el señor estaba de bastante buen ver. Me saludó, y me preguntó por la chica de la limpieza (con la que para más señas me llevo fantástico), y la avisé, y ella bajó.
Charlaron, y luego se fueron a enseñarle al niño cómo era el sitio donde trabajaba mamá. Pues sí: me estuve follando sin saberlo y durante años al padre de la chica de la limpieza de mi lugar de trabajo, con la que me sigo llevando de coña, por cierto. Cuando se fueron, aún no había caído que era él, pero al irse, el muy mamón me guiñó el ojo, se relamió con su lengua tan rosadita, y me lanzó un beso con sus labios, y me dijo "hasta otra". El niño ni se percató.
Yo me quedé a cuadros. ¿Pero qué coño hace este abuelete? ¿No se habrá confundido?
Ya se había ido hacía cinco minutos, cuando CAÍ EN LA CUENTA.
DIOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS.
Desgracias de la vida: le hubiera exigido su teléfono bajo amenaza de contarlo todo.
Pero ya se había ido.
Pasó el tiempo. Tranquilamente diez años.
Un día, volvía a casa en el último tren del día. Iba en el último vagón, que suele ir vacío, y paramos en una estación, y va él y se sube. No me fijé en que era él... hasta que lo miré, y vi que me miraba, me guiñaba el ojo y me lanzaba otro beso con los labios... Tenía más canas ahora. Inmediatamente le hice venir a mi asiento, le abrí la camisa, le besé mentras apretaba sus pezones con todas mis fuerzas, y él jadeaba, y nos metíamos las lenguas tan lejos boca adentro como podíamos llegar. Le mordí los pezones como solía, y se le pusieron como piedras. Estábamos muy cachondos, y nos sacamos las pollas. Él se corrió rápido, y poco (ya no la tenía tan dura como antes, pero seguía teniendo el capullo picudo). Le agarré la cabeza y le metí la polla hasta la garganta tan hondo que hasta le vino una arcada de ahogo, y le aguanté la polla en su garganta hasta que empezó a pellizcarme porque ya le faltaba el aire."¡¡UFFF!!", dijo. Nos miramos, sonreímos, y nos dimos un pico. Se acercaba su parada, así que lo levanté, nos fuimos a la puerta trasera, y le bajé los pantalones en los escalones de la puerta, y le metí la polla a pelo. Creo que es la follada más bestia que he pegado nunca. Y nunca he encontrado mejor imagen para el verbo "preñar" en su acepción homo. En un minuto, se subió los eslips, cubriendo su culito picudo y peludo que chorreaba leche, se subió los pantalones, se abrochó la camisa y la chaqueta, me dió un beso largo, húmedo y con lengua, y el tren se paró. Él apretó el botón, la puerta se abrió, él bajó, y me mandó un beso con los labios. Y me guiñó el ojo.
Pasó otro tiempo más, algún año.
Y otro día volvía yo a casa en el último tren del día. Y mi macho sevillano, ya con más canas y algo menos de velocidad, volvió a subirse al último vagón tren, que iba vacío también. Otra vez, no me fijé en él de buenas a primeras, pero... esta vez tardé menos tiempo en reparar en su presencia. Me volvió a guiñar el ojo. Le dije que viniera con el dedo índice y una sonrisa maliciosa, y al instante nos estábamos besando como si hiciera años que no nos veíamos, y sobándonos y acariciándonos como desesperados (aunque claro, era verdad, hacía algún año ya de nuestro anterior encuentro en el tren).
Le abrí la camisa y le chupé un pezón con cariño, esta vez sin morder, cuando... oímos una puerta JUSTO AL LADO NUESTRO, y en un instante nos separamos para que todo pareciera normal. El revisor abrió la puerta, nos saludó, y nos pidió el billete a los dos. Se los entregamos normalmente, los marcó, y nos los devolvió deseándonos unas buenas noches con una media sonrisa rutinaria. No lo sabías tú bien si eran buenas noches, revisorcete uniformado. Casi nos pillas. Unos segundos, y habrías visto a un señor de 70 años besando apasionadamente a un tío de treinta y pico y metiéndose mano por todas partes.
El revisor se fue al siguiente vagón. Aún se le veía, y mi amigo se había sacado su polla picuda y me agarró la cabeza para que se la chupara, cosa que evidentemente, hice. Se corrió rápidísimo y poquillo. Levanté la cabeza, y aún se veía al revisor en el fondo del siguiente vagón, que iba más lleno. Ni corto ni perezoso, volví a abrir la camisa de mi amigo el abuelo, y le chupé los pezones otra vez, y sí, esta vez se los volví a morder, pero no a lo bestia como antes, sino con el cariño de alguien muerto de morbo pero también de alegría por el reencuentro. Al primer gemido de placer, le agarré la cabeza canosa, con entradas, y la bajé, le abrí la boca, y le metí mi polla gorda entre labio y labio. Una paja en su boca, pero no llegué a correrme, y la megafonía anunció su parada. Salimos a la puerta, y le di un beso de tornillo, la puerta se abrió, y él se bajó, me lanzó un beso con los labios, y me guiñó el ojo.
Desde entonces no lo he vuelto a ver.
Su hija, un día que estábamos charlando en el trabajo me comentó que ya estaba un poco chocho y que tenía una novia ecuatoriana y más joven.
No parecía hacerle gracia la idea. "No se pueden hacer mayores", me soltó.
Jejeee... ...si ella supiera a quién tenía delante, se caería de culo...
Espero que esté tan bien como pueda estar.
Mejor que esté con una chica: al ser padre de una compañera de trabajo, la situación hubiera podido ser incómoda.
Ya es mayor, y supongo que tiene miedo de estar solo.
Pero si me lo hubiera pedido, y no hubiera sido el padre de quien es, me habría casado con él sin dudarlo.
Increíble, ¿verdad? ¿A que no cuela?
Casi más vale que no os lo creáis...
...porque si os dijera que sí pasó, y que podría haber puesto nombres, apellidos, direcciones y demás, tampoco me creeríais.
Bajito (unos 1,65/1,70), velludo, musculoso de esos de trabajo físico, no de hacer gimnasia o deporte.
Sevillano residente en Cataluña desde los años 1960. Cejas pobladas, ojos marrón oscuro, un cierto aire entre Joan Manuel Serrat y Alfredo Landa, vello abundante en pecho, espalda, sobacos, hombros, abdomen, antebrazos, piernas (que además eran fuertes y de gemelos musculosos y muslos fuertes y aún duros pero ya con algún pellejo medio caído)... Pubis no muy velludo. Polla gorda y por entonces, dura como la piedra, con capullo picudo, y huevos tirando a gordos y velludos. Algo de barriguita. Ombligo salido (tal vez su único defecto, sin ser un tipo guapo, guapo, pero sí un macho de esos que ya no veo por la calle). Pezones grandes, salidos y picudos. Le encantaba que se los mordiera fuerte (sí, con los dientes), y se le hinchaban y se ponían enormes y durísimos, casi diría que se le inflamaban, me daba miedo cortarle, pero él insistía en que siguiera y siguiera. Nunca he visto otros pezones igual. Me los llevaría al más allá. Y cuando se los mordía no gritaba de dolor, sino de placer. Culo duro, muy duro, y picudo también, raja del culo con pepita, parecía un chochito, no era de esos culos que son un simple agujero y ya está. Me encantaba comérmelo y jugar con la pepita de su culo con la lengua. Me bebí su leche, la tira de veces. Y además de ser blanca y espesa, casi cremosa, su leche estaba deliciosa y tenía ese resabor ligeramente ácido del hombre mayor al que la próstata le funciona pero poco a poco ya empieza a no ser lo mismo. Esa leche debería venderse en los supermercados, joder. En tetrabricks con la foto de su cara por un lado, y de su cuerpo entero, su polla y su ojete en los otros tres lados.
Él bebió mi leche las mismas veces que yo la suya. Me buscaba cuando venía a la sala X. Y dios, cómo besaba, cómo cabalgaba mi rabo, y cómo me agujereaba él mi ojete, dolía pero gozaba como una perra. Puro fuego. No es mi hombre favorito, pero probablemente sí haya sido mi mejor amante. Desde luego, el hombre maduro que más me ha excitado... con una sola excepción, que no contaré en este mensaje.
Pero... un buen día, la sala X cerró.
Y nunca más supe de él.
Pasaron los años.
Y los tíos.
Hasta que... un buen día, mi macho sevillano entró a mi lugar de trabajo, y no sólo lo hizo como si tal cosa. ¡Iba con un niño! Para más inri, no caí que era él, no lo reconocí, sólo me fijé en que el señor estaba de bastante buen ver. Me saludó, y me preguntó por la chica de la limpieza (con la que para más señas me llevo fantástico), y la avisé, y ella bajó.
Charlaron, y luego se fueron a enseñarle al niño cómo era el sitio donde trabajaba mamá. Pues sí: me estuve follando sin saberlo y durante años al padre de la chica de la limpieza de mi lugar de trabajo, con la que me sigo llevando de coña, por cierto. Cuando se fueron, aún no había caído que era él, pero al irse, el muy mamón me guiñó el ojo, se relamió con su lengua tan rosadita, y me lanzó un beso con sus labios, y me dijo "hasta otra". El niño ni se percató.
Yo me quedé a cuadros. ¿Pero qué coño hace este abuelete? ¿No se habrá confundido?
Ya se había ido hacía cinco minutos, cuando CAÍ EN LA CUENTA.
DIOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS.
Desgracias de la vida: le hubiera exigido su teléfono bajo amenaza de contarlo todo.
Pero ya se había ido.
Pasó el tiempo. Tranquilamente diez años.
Un día, volvía a casa en el último tren del día. Iba en el último vagón, que suele ir vacío, y paramos en una estación, y va él y se sube. No me fijé en que era él... hasta que lo miré, y vi que me miraba, me guiñaba el ojo y me lanzaba otro beso con los labios... Tenía más canas ahora. Inmediatamente le hice venir a mi asiento, le abrí la camisa, le besé mentras apretaba sus pezones con todas mis fuerzas, y él jadeaba, y nos metíamos las lenguas tan lejos boca adentro como podíamos llegar. Le mordí los pezones como solía, y se le pusieron como piedras. Estábamos muy cachondos, y nos sacamos las pollas. Él se corrió rápido, y poco (ya no la tenía tan dura como antes, pero seguía teniendo el capullo picudo). Le agarré la cabeza y le metí la polla hasta la garganta tan hondo que hasta le vino una arcada de ahogo, y le aguanté la polla en su garganta hasta que empezó a pellizcarme porque ya le faltaba el aire."¡¡UFFF!!", dijo. Nos miramos, sonreímos, y nos dimos un pico. Se acercaba su parada, así que lo levanté, nos fuimos a la puerta trasera, y le bajé los pantalones en los escalones de la puerta, y le metí la polla a pelo. Creo que es la follada más bestia que he pegado nunca. Y nunca he encontrado mejor imagen para el verbo "preñar" en su acepción homo. En un minuto, se subió los eslips, cubriendo su culito picudo y peludo que chorreaba leche, se subió los pantalones, se abrochó la camisa y la chaqueta, me dió un beso largo, húmedo y con lengua, y el tren se paró. Él apretó el botón, la puerta se abrió, él bajó, y me mandó un beso con los labios. Y me guiñó el ojo.
Pasó otro tiempo más, algún año.
Y otro día volvía yo a casa en el último tren del día. Y mi macho sevillano, ya con más canas y algo menos de velocidad, volvió a subirse al último vagón tren, que iba vacío también. Otra vez, no me fijé en él de buenas a primeras, pero... esta vez tardé menos tiempo en reparar en su presencia. Me volvió a guiñar el ojo. Le dije que viniera con el dedo índice y una sonrisa maliciosa, y al instante nos estábamos besando como si hiciera años que no nos veíamos, y sobándonos y acariciándonos como desesperados (aunque claro, era verdad, hacía algún año ya de nuestro anterior encuentro en el tren).
Le abrí la camisa y le chupé un pezón con cariño, esta vez sin morder, cuando... oímos una puerta JUSTO AL LADO NUESTRO, y en un instante nos separamos para que todo pareciera normal. El revisor abrió la puerta, nos saludó, y nos pidió el billete a los dos. Se los entregamos normalmente, los marcó, y nos los devolvió deseándonos unas buenas noches con una media sonrisa rutinaria. No lo sabías tú bien si eran buenas noches, revisorcete uniformado. Casi nos pillas. Unos segundos, y habrías visto a un señor de 70 años besando apasionadamente a un tío de treinta y pico y metiéndose mano por todas partes.
El revisor se fue al siguiente vagón. Aún se le veía, y mi amigo se había sacado su polla picuda y me agarró la cabeza para que se la chupara, cosa que evidentemente, hice. Se corrió rápidísimo y poquillo. Levanté la cabeza, y aún se veía al revisor en el fondo del siguiente vagón, que iba más lleno. Ni corto ni perezoso, volví a abrir la camisa de mi amigo el abuelo, y le chupé los pezones otra vez, y sí, esta vez se los volví a morder, pero no a lo bestia como antes, sino con el cariño de alguien muerto de morbo pero también de alegría por el reencuentro. Al primer gemido de placer, le agarré la cabeza canosa, con entradas, y la bajé, le abrí la boca, y le metí mi polla gorda entre labio y labio. Una paja en su boca, pero no llegué a correrme, y la megafonía anunció su parada. Salimos a la puerta, y le di un beso de tornillo, la puerta se abrió, y él se bajó, me lanzó un beso con los labios, y me guiñó el ojo.
Desde entonces no lo he vuelto a ver.
Su hija, un día que estábamos charlando en el trabajo me comentó que ya estaba un poco chocho y que tenía una novia ecuatoriana y más joven.
No parecía hacerle gracia la idea. "No se pueden hacer mayores", me soltó.
Jejeee... ...si ella supiera a quién tenía delante, se caería de culo...
Espero que esté tan bien como pueda estar.
Mejor que esté con una chica: al ser padre de una compañera de trabajo, la situación hubiera podido ser incómoda.
Ya es mayor, y supongo que tiene miedo de estar solo.
Pero si me lo hubiera pedido, y no hubiera sido el padre de quien es, me habría casado con él sin dudarlo.
Increíble, ¿verdad? ¿A que no cuela?
Casi más vale que no os lo creáis...
...porque si os dijera que sí pasó, y que podría haber puesto nombres, apellidos, direcciones y demás, tampoco me creeríais.
Re: Abuelos
En Barcelona en la Sauna Bruc y en la Sauna Condal
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- Registrado: Lun, 07 May 2018, 13:56
Re: Abuelos
Yo he contactado con algunos yayos por el pasion.com, la verdad que muy bien, sobretodo con el ultimo que quedo en su casa para follar
Kik: shadow750ac
Re: Abuelos
Haces algo esta mañana?
Re: Abuelos
Mi fantasía sería ver videos guarros mientras un abuelo me da su polla y me mete mano.
Re: Abuelos
Mi fantasía sería ver videos guarros mientras un abuelo me da su polla y me mete mano.